Nunca antes se había vivido un entorno tan volátil, incierto, cambiante y ambiguo, y una de las consecuencias de ello en el ámbito de la dirección de las personas –función que ahora se denomina “talento, personas y cultura”– es el aumento de prácticas orientadas a incrementar el compromiso de los colaboradores por la vía del llamado “salario emocional”. El objetivo que se persigue es aumentar la satisfacción de los empleados y, consecuentemente, su identificación con la empresa en la que trabajan.